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Retos de año nuevo: de Babilonia a la actualidad

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Tras las 12 uvas, 12 Lacasitos, aceitunas o lo que tome cada uno… la visita de SSMM los Reyes Magos de Oriente, la vuelta a la rutina y la siempre temida “cuesta de enero” siempre hay quién redacta sus propósitos de año nuevo. Esos pequeños objetivos o metas que se quieren alcanzar en el año que acaba de entrar.

Unos se proponen empezar a hacer deporte, leer más, dejar de fumar… Pero, ¿de dónde viene esta costumbre de prometer al universo (y a uno mismo) cambios que, en muchos casos, no superan ni la primera quincena de enero?

El origen de los propósitos: de Babilonia al mundo moderno

La tradición de fijarse metas al comienzo del año tiene raíces más profundas de lo que imaginamos. En la antigua Babilonia, hace más de 4.000 años, ya existía algo parecido. Durante una celebración de 12 días llamada Akitu, los babilonios prometían a sus dioses devolver objetos prestados y pagar sus deudas. El objetivo era iniciar el año con buenas intenciones y la esperanza de que los dioses les recompensaran con una cosecha abundante.

La tradición evolucionó con los romanos, quienes dedicaron el primer día del año a Jano, el dios de las puertas y los comienzos. Con sus dos rostros, Jano miraba simultáneamente al pasado y al futuro, lo que lo convertía en el símbolo perfecto para reflexionar y establecer metas. Los romanos hacían sacrificios y promesas a Jano, con la esperanza de empezar el año con buen pie.

En la Edad Media, los caballeros renovaban sus votos de lealtad en ceremonias de “peacock vows” (votos del pavo real). Aunque la tradición de los propósitos modernos está menos vinculada a rituales religiosos, el espíritu sigue siendo el mismo: marcar un punto de partida y proyectar una versión mejorada de nosotros mismos.

¿Por qué nos encanta hacer propósitos?

La llegada del año nuevo tiene un efecto casi mágico en nuestra psicología. Es como un botón de reinicio mental que nos permite dejar atrás los errores del año anterior. Además, nos motiva la idea de progreso personal. Queremos creer que el cambio es posible y que tenemos el control de nuestra vida.

Pero, seamos honestos: cumplir estos propósitos es otra historia. Según estudios, alrededor del 80% de las resoluciones de Año Nuevo fracasan antes de febrero. Esto no significa que seamos incapaces de cambiar, sino que muchas veces nuestras metas son poco realistas o no tenemos un plan concreto para alcanzarlas.

Con esto no quiero mandar un mensaje pesimista acerca de los propósitos de año nuevo, es más, quiero invitaros a que reflexionéis acerca del tema y lo planteéis de una manera distinta a la habitual.

Cómo hacer propósitos que no terminen en fracaso

Si queréis romper el ciclo y cumplir vuestras metas este año, aquí tenéis algunos consejos:

Objetivos específicos: En lugar de decir “quiero hacer ejercicio”, estableced una meta clara, como “correr tres veces por semana durante 30 minutos”.
Realismo ante todo: No intentéis transformar toda vuestra vida de golpe. Es mejor enfocarse en una o dos metas alcanzables.
Divide y vencerás: Dividid vuestros objetivos en pasos pequeños. Cada pequeño logro os motivará a seguir adelante.
Encuentra apoyo: Compartid vuestras metas con amigos o familiares que puedan animaros cuando las fuerzas o la motivación flaqueen.
Perdónate: Si falláis, no os castiguéis. Reflexionad sobre lo que salió mal y volved a intentarlo.

¿Cuáles son nuestros propósitos en Hadock?

No sé si puedo hablar en nombre del capitán, pero creo que me voy a dar el lujazo, en este espacio tan importante de decir… (el que entendió, entendió). Nuestros propósitos para este año nuevo son:

Ayudaros a conectar con vuestro público. Hacer lo que mejor sabemos hacer y por lo que nos dedicamos a esto.

Trabajar con clientes que quieran impulsar su marca hacia adelante. Personas cuyo propósito sea crecer a saco este año.

Cumplir el horario del capitán. Respetar los turnos de concentración y el tiempo de la comida, con jueves de sobremesa 😉

¿Por qué ahora?

Aunque establecer metas puede ser una herramienta poderosa, también es importante aceptar que no necesitáis esperar al 1 de enero para mejorar vuestra vida. Cada día es una oportunidad para empezar de nuevo.

Así que este año, si decidís hacer propósitos, hacedlo con una sonrisa y con determinación, pero sin demasiada presión eh. Y si decidís no hacerlos, también está bien. Al final, lo importante no es si cumples tus metas, sino disfrutar del camino y aprender de cada experiencia. Todo pasa por algo, amigos, y soy de los que creen que ese algo es siempre para bien.

¡Feliz Año Nuevo!

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