Hablamos de la economía del lenguaje para referirnos a esa capacidad que tenemos para ahorrar palabras a la hora de escribir o hablar en nuestro día a día. También tendemos a simplificar las normas gramaticales. La cultura hace la lengua. Esto afecta a todos. Tanto es así que Dunkin’ Donuts ha empezado una campaña en Estados Unidos para pasar a llamarse Dunkin’, a secas.

Tras testear el nuevo nombre, los responsables vieron que ya muchos clientes se referían de esa manera a la cadena de bares. Así pues, como ya han hecho muchas otras marcas, de Dunkin’ Donuts nos quedaremos solo con la primera palabra.

Lo bueno si breve, dos veces bueno. Y si, además, te estás adaptando al cliente con esta abreviación, mucho mejor. No sabemos en España si a principios de 2019 pasará también a llamarse Dunkin’, sin más. Aunque aquí, de abreviar el nombre, no perdería la palabra Donuts. En España la marca utiliza el nombre de Dunkin’ Coffee por una curiosa razón: Bimbo tiene registrado el nombre de Donuts como suyo, así que no podían utilizarlo. Otra opción habría sido llamarle Dunkin’ Rosquillas, que es el nombre genérico de los donuts. Pero utilizar esa palabra le quita ese glamour americano a la marca.

Quitando la palabra «donuts» del nombre, la empresa quiere ser también más reconocida por sus cafés y el resto de productos que sirve. De hecho, durante los casi 70 años de historia ha cambiado tanto que el 60% de su negocio actualmente son bebidas.

Dunkin’ mantendrá los mismos colores y tipografía de su logo. Ni nos daremos cuenta de que le falta la coletilla final. El cambio, que se espera para enero del 2019, ya está en marcha: en redes sociales han cambiado el nombre. Tras 68 años de historia, Dunkin’ se adapta.