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Soberano coñazo: el ejecutivo de Cuentas
Soberano coñazo: el ejecutivo de Cuentas

Un día en la vida de un ejecutivo de Cuentas es de todo menos predecible. Desde que entras por la puerta, sabes que tendrás que lidiar con problemas imprevistos y, al mismo tiempo, encontrar el ritmo adecuado para que todo fluya.

Me gusta explicar este puesto a mis amigos haciendo la comparación con dos ejemplos: un DJ y un bombero. Un DJ que mezcla las necesidades y expectativas del cliente, el trabajo del equipo y los plazos ajustados para crear un «hit» (el proyecto final). En el caso del bombero es fácil deducir el porqué de la comparación, ambos, bombero y cuentas, apagan fuegos.

Es lunes por la mañana. Todo parece bajo control, hasta que recibes el primer mensaje del día: un cliente quiere cambiar toda la dirección creativa del proyecto… Para mañana. Ahí están, las primeras llamas del día. El bombero que llevas dentro se pone en marcha. Primero, calma al cliente: “No te preocupes, lo vamos a solucionar”. Por dentro, te preguntas cómo vas a convencer al equipo creativo de rehacer todo a contrarreloj: ni 007 o Ethan Hunt en Misión Imposible han trabajado bajo tanta presión y tan rápido.

Con el cliente ya apaciguado, te diriges al equipo, listo para dar salida al segundo incendio. Ellos también están ocupados, así que aquí viene tu siguiente habilidad: persuasión.

Convences al equipo de que esta urgencia es prioritaria y que con algo de magia (y algunas horas extra) saldremos adelante. La clave está en que nadie entre en pánico. Mientras, tú sigues buscando la mejor estrategia para que todo salga bien.

Pero ser bombero es solo la mitad del trabajo. Mientras te encargas de este incendio, tienes que ajustarte los auriculares y ponerte a mezclar como un DJ. Cada cliente tiene su propio ritmo: algunos rápidos y exigentes y otros más relajados. Tu tarea es lograr que el cliente y el equipo bailen al mismo ritmo, aunque sea complicado.

El cliente quiere cambios rápidos, pero el equipo necesita tiempo para pensar y crear. Como DJ, tu trabajo es ajustar los volúmenes. A veces, tienes que bajar un poco las expectativas del cliente con mucha diplomacia y, otras, guiar al equipo para que no se pierda en ideas que no encajan.

No siempre es sencillo. Mientras gestionas las expectativas de uno y la creatividad del otro, te encuentras corriendo de un lado a otro, extinguiendo más focos y mezclando más pistas. Todo esto mientras intentas mantener una sonrisa y no perder el hilo de lo que realmente importa: que el cliente esté contento y el equipo motivado.

Cuando el día termina y miras hacia atrás, te das cuenta de que has sido bombero, DJ y, a veces, incluso psicólogo. Los fuegos se apagan, la música sigue sonando, y aunque hay nuevos retos en el horizonte, al menos por hoy, has conseguido que todo funcione.

Porque, al final, ser ejecutivo de cuentas no es solo organizar reuniones o mandar correos. Es estar ahí cuando todo se complica, apagar los incendios sin perder la calma y asegurarte de que todo, de alguna manera, siga el ritmo correcto. Y si, en medio del caos, logras que todo fluya, es porque sabes que eres la mezcla perfecta de bombero y DJ. Al menos, así es como me imagino yo la posición de ejecutivo de Cuentas y como me gustaría vivirla, no creo que seamos los mejores, pero no hay nadie mejor que nosotros, eso seguro.

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