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¿Son las redes sociales algo malo?
¿Son las redes sociales algo malo?

Las redes sociales son un crimen, al menos, eso nos cuentan algunos expertos en medicina. Es cierto que el público en general está desarrollando problemas psicológicos por usarlas irracionalmente. Sin embargo, hay realidades que nos pueden hacer cambiar de perspectiva. ¿Son, entonces, tan malas como las pintan? ¡Al lío!

Las redes sociales nos unen con lo lejano y alejan de lo cercano: familia y amigos. Existe un estudio realizado por Hernández et al. en 2019 y recogido en un artículo de investigación. ‘Relación del Uso de Redes Sociales con la Autoestima y la Ansiedad en Estudiantes Universitarios’ en 2021. En éste se subraya que “el uso elevado del Internet se convierte en un escape ante situaciones desagradables para los usuarios (…)». A su vez, «se observa un deterioro en la vida social y sus lazos afectivos, así como (…) preocupación cuando no están conectados a Internet”.

Lo anterior es una sutil pincelada que describe perfectamente el yugo esclavizador que suponen las diferentes plataformas en la mente del ser humano. Se vendieron como algo que une y realmente, ¿puede ser aquello que nos está separando y haciendo más superficiales?

Esclavos de la dopamina

Considerando la cantidad de horas que le dedicamos a Instagram o X, por ejemplo, podría decirse que es algo que supone una gran repercusión diaria. Existe una palabra, desconocida por muchos, pero que puede ser la respuesta al porqué: la dopamina. El cerebro, cada vez que vive experiencias que le producen alguna clase de excitación segrega una sustancia que genera bienestar. Estar expuestos a semejantes niveles de dopamina es muy perjudicial, es decir, explicado paupérrimamente: estamos a medio gas.

Sin embargo, hay quien emplea su tiempo en crear contenido que podríamos tildar de provecho. Ayudar a otras personas a encontrar su sitio y a emprender es, sin duda, una labor encomiable. Por ello, no podemos tachar ipso facto la idea de darles parte de nuestro tiempo diario. No obstante, volviendo a lo anterior, no es ocioso recordar lo que genera todo ese contenido en nuestro organismo.

En ese sentido, llegamos a otro estadio y posible conclusión, debemos hacer uso de las redes sociales con fines didácticos. Pero, esto es imposible. Hay cientos de miles de creadores de contenido y personas que trabajan para ellos. Tal vez, sería más acertado advertir de la gran herramienta que son las redes sociales usándolas con disciplina casi de ingeniero.

¿Por qué? Verdaderamente, la mayoría de los usuarios se meten en los perfiles para ojear, y lo que iba a ser cinco minutos termina siendo una hora o más. Hay quien dice, fuera de los estudios académicos y artículos de investigación, que “no somos capaces de ver una película sin encender unas 10 veces de media el móvil”. ¿Se ven ustedes reflejados con esta afirmación? Yo reconozco que sí me ha pasado. Si ese “ojear” lo cambiamos por “mirar” -teniendo en mente “lo que me interesa”-, probablemente seríamos mucho más efectivos.

 

Símbolo like y comentarios de IG.

El odio: una desastrosa realidad

Por otro lado, está el odio, que en X se ve mucho. Es entrar en la plataforma y encontrar algo que se relacione con el término. Aunque da para ríos de tinta, no me gustaría centrarme demasiado en esto. Llegando al ocaso hay que ir cerrando el chiringuito.

Como bien expone Nacho Núñez Martín, CEO de Hadock, en sus redes: el hecho de que estén -los jóvenes- creando contenido en redes sociales, es bueno. Con inteligencia, ayuda a que no estén consumiendo contenido intrascendente e infravalorando las creaciones ajenas. Volvemos a lo mismo, utilizar las redes de manera racional.

Concluyendo, aceptando la realidad de que este es un tema realmente extenso, creo que es importante esbozar lo que realmente supone su uso y consecuencias. ¿Son, entonces, tan malas como las pintan? Yo diría que hay cosas que son muy buenas, pero que no sabemos utilizar. ¿No les parece?

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