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Un buen precio no siempre es el más barato

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Cuando lanzas un producto al mercado tienes que elegir un buen precio. Un precio bueno no es fácil de poner. Tiene que estar adaptado al público pero también al de la competencia. Obviamente no puede ser muy caro pero tampoco puede ser muy barato.

Imagínate que vas a comprar una batería para tu smartphone. Todas cuestan entre 20 y 30 euros y de repente encuentras una por solo 5 euros. Muy probablemente ni te plantearás comprarla, tiene que ser una porquería por ese precio. Al parecer, IKEA ha tenido ese problema: nadie presta atención a sus colchones porque son muy baratos. Decidieron multiplicar por 10 el precio de uno de sus colchones y ver qué pasaba. Todo el mundo quiso probarlo y alabaron sus cualidades pero claro, por ese precio no lo iban a comprar. Antes de esa exagerada subida de precio el colchón daba la sensación de ser de mala calidad porque el precio así lo comunicaba.

Una acción original y efectiva: hace que dejemos de despreciar sus colchones porque el precio sea bajo. El único fallo es que todo parece hecho por actores y pierde realismo pero no efectividad, ya nadie pensará que sus colchones son de baja calidad.

 

https://www.youtube.com/watch?v=aXqljvgcnGk

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